segunda-feira, 4 de abril de 2011

Señor, he aquí el que amas está enfermo

1 ¶ Estaba entonces enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta.
2 María era la que ungió al Señor con perfume y secó sus pies con sus cabellos. Y Lázaro, que estaba enfermo, era su hermano.
3 Entonces sus hermanas enviaron para decir a Jesús: "Señor, he aquí el que amas está enfermo."
4 Al oírlo, Jesús dijo: —Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba;
7 y luego, después de esto, dijo a sus discípulos: —Vamos a Judea otra vez.
8 Le dijeron sus discípulos: —Rabí, hace poco los judíos procuraban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9 Respondió Jesús: —¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.
10 Pero si uno camina de noche, tropieza porque no hay luz en él.
11 Habiendo dicho estas cosas después les dijo: —Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo.
12 Entonces dijeron sus discípulos: —Señor, si duerme, se sanará.
13 Sin embargo, Jesús había dicho esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño.
14 Así que, luego Jesús les dijo claramente: —Lázaro ha muerto;
15 y a causa de vosotros me alegro de que yo no haya estado allá, para que creáis. Pero vayamos a él.
16 Entonces Tomás, que se llamaba Dídimo, dijo a sus condiscípulos: —Vamos también nosotros, para que muramos con él. (Juan 11:1-16)